Aunque la idea de una ‘fuerza’ que desvía objetos es útil para una explicación sencilla, el Efecto Coriolis, técnicamente, no es una fuerza, como sí lo son el magnetismo o la gravedad. Pongámonos un poquito técnicos.
En realidad, el efecto Coriolis es una consecuencia directa de la inercia (la tendencia de los objetos a mantener su estado de movimiento) observada desde un sistema de referencia en rotación, como es la superficie de la Tierra.
A ver, imaginemos. La Tierra gira sobre su eje de Oeste a Este, eso lo tenemos claro. Como se trata de una esfera, un punto sobre el ecuador se mueve muchísimo más rápido (unos 1670 km/h) que un punto cercano a los polos, ¿verdad?
Ahora, piensa en una masa de aire que se mueve desde el ecuador hacia el norte. Esa masa de aire conserva la «inercia» de la alta velocidad de rotación que tenía en el ecuador; pero, a medida que viaja hacia el norte, la superficie de la Tierra bajo ella se mueve cada vez más lentamente hacia el Este. Desde la perspectiva de alguien en tierra, parecerá que la masa de aire se desvía hacia el Este (a la derecha en el Hemisferio Norte).
Lo contrario ocurre si la masa de aire viaja desde una zona más lenta (cerca del polo) hacia el ecuador (más rápido): parecerá desviarse hacia el Oeste (de nuevo, a la derecha respecto a su dirección inicial). Esta desviación aparente, causada por observar el movimiento inercial desde un marco que rota, es lo que llamamos Efecto Coriolis. ¿A que ahora prefieres la definición sencilla?