En 1910, Curtiss se hizo con un nombre eterno en los anales de la aviación, al ser uno de los primeros pilotos en realizar un vuelo de larga distancia en EEUU, cubriendo la ruta de Albany a Nueva York. Más que un viaje, fue una afirmación de que la aviación había llegado para quedarse y transformar la forma en que nos movemos y comunicamos.
Pero no sólo fue un piloto talentoso. También fue un inventor brillante, patentando diseños que se convertirían en estándares para la industria. A Curtiss se le atribuye la invención del acelerador de aviones, esencial para controlar la potencia del motor durante el vuelo.
Además, su trabajo en el desarrollo de los alerones fue fundamental para el control lateral de las aeronaves, un avance que, si bien disputado en términos de patentes con los hermanos Wright, demostró ser esencial para la evolución de la aviación.
La efervescencia de la época propició la aparición de numerosos pioneros. Así, figuras como Amelia Earhart, cuya fascinante historia también puedes descubrir en nuestro post sobre quién fue Amelia Earhart y qué logró en aviación, siguieron abriendo caminos en el cielo.