Como sucede con casi todos los grandes avances científicos y tecnológicos, no existe un único responsable de la creación de las cajas negras de los aviones. Aún así, podemos decir que el primer prototipo fue presentado en 1939, por el ingeniero francés François Hussenot.
Se trataba de un dispositivo fabricado con film cinematográfico calibrado con espejos, en el que quedaban registrados los flashes lanzados por los sensores del avión.
¿Y qué ocurrió? Que el mundo entero se encontraba sumido en la I Guerra Mundial, por lo que se dice que, en junio de 1940, Hussenot enterró su prototipo de caja negra en una playa para evitar que los alemanes se hicieran con él.
En la actualidad…
Los comienzos de la caja negra de los aviones, tal como la conocemos hoy en día, no llegarían hasta 1953. Ese año, el químico e ingeniero aeronáutico australiano David Warren, comenzaría la investigación de una serie de accidentes del De Havilland Comet, el primer avión comercial a reacción.
Para 1958, Warren ya había diseñado el primer prototipo de ‘Unidad de Memoria de Vuelo’ que, en un principio, fue rechazado por las autoridades de aviación, que no lo creían de utilidad. Además, los pilotos lo consideraban una intrusión a su trabajo y decían de él que se trataba de un sistema de espionaje.
Finalmente, a mediados de los años 60 se estableció que, los registradores de voz y vuelo, fueran un equipamiento obligatorio para todos los aviones de más de 7000 kg.